Los 6 pasos para hacer un buen espresso

Ya sabemos que hay muchas maneras distintas de disfrutar del café molido o en grano. Tantas, quizá, como personas hay que lo preparan. Pero si hay una especialidad que suele gustar a todos los consumidores, sobre todo a los que disfrutan ante una taza de café, ese es el espresso.

Esta especialidad tiene su origen en Italia. Concretamente, nació en el año 1906, en la ciudad de Milán. Ese año se celebró la Feria Internacional y en ella se presentó por primera vez ante el público el espresso. Fueron Luigi Bezzera y Desiderio Pavón los que ofrecieron esta idea al mundo.

Se dice que en realidad lo único que buscaban era acortar el tiempo que sus empleados utilizaban para tomar el café en los descansos durante las horas de trabajo. De esa idea nació el café espresso, aunque no fue hasta 1938 cuando se patentó la primera cafetera que ofrecía un espresso muy cercano al que conocemos hoy en día.

Como dato curioso hay que señalar que la característica crema que queda en la taza, tan apreciada hoy, se consideraba “mala” y muchos consumidores la retiraban antes de disfrutar de la bebida. ¡Increíble, pero cierto!

El espresso se caracteriza por su particular y específico proceso de elaboración. Se utiliza grano molido al momento. Este se coloca en un depósito sobre el filtro. Se prensa y luego se coloca en la máquina. El agua hirviendo cae sobre el café lentamente y se deposita, en forma de un chorrito pequeño o gota a gota, en la taza.

Es un café que se toma en taza pequeña y que tiene un sabor fuerte e intenso, con un aroma que despierta los sentidos. Una de sus peculiaridades es la espuma, hasta el punto de que los baristas profesionales ponen mucha atención en ella para darle el toque perfecto a la bebida antes de servirla a sus clientes.

¿Cómo se hace un café espresso perfecto?

No hay mucho truco para hacer un buen café espresso: se trata de un proceso no demasiado complejo que cualquier apasionado del café puede dominar con un poco de práctica. Se puede conseguir siguiendo seis sencillos pasos, que permiten que cada taza de este tipo de café sea un placer para los sentidos. Vamos a repasar estas normas para que puedas perfeccionar la técnica necesaria a la hora de elaborar este tipo de café y sorprender a quien quieras invitar a disfrutar de él.

Por supuesto, tenemos que señalar una cosa muy importante: el café ha de ser de alta calidad y molido en el momento. Es importante elegir un café denso, con cuerpo y oloroso. Esto ayuda a que en la degustación no solo intervenga el gusto, sino también el resto de sentidos.

Dosificación

La dosificación es el primer paso y uno de los más importantes y a los que más atención deberemos prestar. La cantidad adecuada para un buen café espresso es de siete gramos. Los molinillos pueden ser de varias maneras, así que hay que tener en cuenta este aspecto.

Si se trata de un molinillo automático, que muele y descarga el café en el depósito, hay que esperar a que lo vacíe por completo antes de retirarlo. Si se retira antes de tiempo, puede ser que no se descargue del todo y en ese caso la cantidad de café podría ser inferior a lo que se necesita para la elaboración de esta bebida.

Un molinillo manual, que descarga el café con una palanca, necesitará que la accionemos. Cuando llega al tope, hay que dejar que vuelva a la posición original por sí sola, gracias al muelle. De esta manera, si queda algún resto de café, este cae en el depósito.

Aplanado

El café del depósito no queda repartido uniformemente, sino que suele dejar una montañita en el centro. Hay que aplanar y nivelar el café para que quede repartido de forma homogénea. Pero cuidado, no hay que descartar ni un poquito del café que hay en el depósito. El espresso necesita todo el café que se ha depositado en él.

Prensado

Una vez nivelado el café, se ha de prensar, utilizando la herramienta adecuada, que suele estar en el molinillo. Hay baristas que utilizan una prensa de mano, que les permite conseguir un prensado más ajustado y controlar mejor el proceso. El prensado ha de realizarse con una presión de entre 15 y 20 kg.

Limpieza

Todavía no se ha de colocar el portafiltros en la cafetera. Antes, hay que limpiar bien los bordes del mismo. De esta manera se eliminan los restos de café que puedan quedar en ellos. Si estos entran en contacto con las gomas de sellado, pueden provocar que estas no cumplan con su función y el resultado final no sea el adecuado.

Purgado

Antes de colocar el portafiltros, se ha de purgar el brazo de la cafetera. Normalmente queda algún resto del café anterior, que podría enturbiar la experiencia de la degustación del nuevo café. Se ha de soltar un poco de agua, de manera que la salida del agua se limpia y se eliminan las impurezas antes de elaborar el nuevo café espresso.

Activar la cafetera

La cafetera tiene una temperatura muy alta, así que en el momento en que se coloca el porta filtro, el café comienza a calentarse. Por ese motivo se ha de activar el agua de la cafetera en el menor tiempo posible. Si se espera más tiempo del recomendable, el café que sale ya está ligeramente quemado y eso puede llegar a estropear el sabor del espresso.

El barista activa el agua y luego coloca la taza. Hay unos segundos de margen que permiten hacer esta acción después de la activación y mantiene más puro y concentrado el sabor del café.

Con estos seis pasos, cada café espresso que hagas puede ser una auténtica obra de arte que inunde los sentidos. Y la persona que disfruta con el café sin duda agradecerá tomar uno de los mejores cafés del mundo. Quizá, el más apreciado.

Comentarios (0)

No hay comentarios en este momento
Producto añadido a la lista de deseos
Producto añadido para comparar.